2017/11/23

¿Quien Es El Mas Grande?


Y llego a Capernaum; y así que estuvo en casa, les pregunto: ¿Que disputabais entre vosotros en el camino? Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quién había de ser el mayor. Entonces sentándose, llamó a los doce, y les dice: Si alguno quiere ser el primero, sera el postrero de todos, y el servidor de todos.(Marcos 9:33-35)

Saludos. Es innegable que, en nuestra naturaleza humana siempre queramos ser los primeros en todo, o como algunos, creer que somos y merecemos ser los mas importantes. Y todo esto, en la mayoría de los casos, sin hacer los suficientes méritos, y pretender tal reconocimiento de parte de los hombres, y no de Dios. Lograr tal reconocimiento a costa de todo y por encima de todos, es la meta de muchos.

Los discípulos discutían acerca de quien "debía ser el mayor entre ellos". Hasta ese punto, ellos sabían que Jesús era el Mesías, lo que aun no tenían bien claro, o no querían saberlo, era el tipo de Mesías que representaba. Esperaban como la mayoría de Judíos de la época(aun lo siguen esperando), un libertador de espada que, los librara del poder opresor de los Romanos y que, se sentara en el trono a compartir el poder con ellos.

El asunto, es que Cristo sabia perfectamente que imponer Su Reino con base en Su poder, nunca llegaría a cambiar el corazón del hombre. Ocurriría lo que en muchas dictaduras de este mundo, donde los súbditos se muestran sumisos por temor, pero en ninguna manera aman a su dictador. Esto, no es vida. El Reino de Dios que Cristo había venido a instaurar en el corazón de los hombres no se podía basar en el poder, sino en el increíble y maravilloso amor de un Dios todopoderoso que es capaz de entregar a su propio Hijo para salvarnos y reconciliarnos con El.

En este mundo en el que se idolatra el poder, el anuncio que Jesús hizo sobre su muerte era incompresible para los discípulos, y les resultaba absurdo y contradictorio. He ahí el porque de su discusión sobre el poder que erróneamente entendían.

Así es como funciona la mente humana, incluso la de los creyentes: rechaza lo que no le gusta y se cierra para no saber mas.

Una vez que hemos identificado el orgullo de los discípulos, es necesario que veamos también el nuestro, porque uno de los pecados mas comunes de la naturaleza humana es precisamente este. ¿Quien habría imaginado que unos simples pescadores pudieran estar movidos por un deseo de poder personal cuando seguían a Jesús? Con frecuencia todos pensamos que merecemos mas de lo que los demás nos dan. A veces escondemos este orgullo bajo el manto de una supuesta humildad, pero finalmente lo que queremos es que los demás se fijen en nosotros y nos valoren. Otras veces se manifiesta por medio de celos y envidias, provocando amargas discusiones y conflictos. En casos peores, y por patologías asociadas, el poder, a todo costo, es la meta.

Este deseo es un pecado terrible que arruina el alma, porque se opone al arrepentimiento y mata el amor fraternal. Por estar tan arraigado en el corazón del hombre, no desaparece con facilidad. Los mismo discípulos que recibieron la reprensión del Señor, volvieron al mismo tema la misma noche en la que fue entregado(Lucas 22:24-30).

El asunto era serio, así que Jesús se sentó y llamo a los doce. Como Maestro, comenzó a enseñar a sus discípulos acerca de la actitud que ellos deberían tomar hacia el poder y la autoridad cuando emprendieran la misión de anunciar el Reino de Dios en el mundo.

Tristemente, la historia ha demostrado la importancia de esta lección y lo mal entendida y aprendida que ha sido por una parte importante de la llamada "cristiandad"(muchas veces también, por conveniencia y ganancia deshonesta). ¡Cuantos abusos de poder y autoridad se han cometido y comenten aun en el nombre de Cristo! No es de extrañar que el mundo haya perdido respeto por lo que considera manifestaciones incompatibles con lo que Cristo represento.

Nunca debemos olvidar que los valores del Reino de Dios son completamente opuestos a los de este mundo. Jesús enseño que se llega a la plenitud de la vida por medio de la negación de uno mismo(Marcos 8:35), que el grano de trigo sólo da fruto si muere primero(Juan 12:24), que los pobres de espíritu son los bienaventurados y los herederos(Mateo 5:3), y que una gran persona es la que sirve a los demás(Marcos 10:45). Por el contrario, en el mundo, los primeros son los ricos, los poderosos, los fuertes.

Es necesario entonces, que si queremos seguir a Jesús, primero rompamos con los moldes de este mundo. Porque la grandeza en el Reino de Cristo no consiste en gobernar y recibir honores, sino en servir. No en buscar los primeros puesto, sino en ser los últimos. No en estar preocupados por el puesto que ocupamos, sino en buscar que otro ocupe un mejor puesto. No en buscar mi propio provecho, sino el de los demás.

Pero notemos que el Señor no dijo que el cristiano no debe ser una persona ambiciosa, lo que hizo fue encauzar adecuadamente esta ambición. En lugar del afán de protagonismo y preeminencia, el cristiano se debe distinguir por su ambición de servir a los demás, y por supuesto, en sacar sus metas y proyectos adelante, para ayudar en toda clase de buenas obras(2 Corintios 9:8).

En realidad, el Señor estaba enseñando un principio que, no solo es valido en Su Reino, sino también en el mundo en que vivimos. Seguramente, muchas de las personas que recordamos con admiración, lo son por la disposición que tuvieron para servir a los demás y por sus aportaciones constructivas a la sociedad.

El Señor dio un ejemplo supremo de lo que estaba enseñando, por medio de su propia vida, haciendo que esta lección sea inolvidable:

"Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos." (Marcos 10:45).

Y nosotros somos exhortados a seguir su ejemplo:

"Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." (Filipenses 2:3-8).

El Señor, continua su enseñanza a los discípulos. Para ello, a manera de ilustración, tomó a un niño en sus brazos. "Es interesante observar la frecuencia con que los evangelios mencionan la presencia de niños alrededor de Jesús y su amor por ellos". Cada vez que necesitaba un niño, allí había uno. Pero este aprecio de Jesús por los niños no era frecuente en la sociedad Judía de entonces. En ese tiempo, los niños eran considerados como un "proyecto de hombre", y como tales, no eran tenidos muy en cuenta.

Por otro lado si hay algo que caracteriza a un niño, es su dependencia de los adultos. Un niño siempre necesita cosas y cuidados. Entonces, ¿que era lo que Jesús quería ilustrar por medio de aquel niño? El Señor quería que les quedara bien claro que, para llegar a ser grandes en el Reino de Dios, debían ponerse al servicio de los últimos de la sociedad. Como los niños necesitados, por ejemplo, que ni tienen riquezas, ni influencias, ni peso en el mundo.

Siempre somos dados a cultivar amistad con aquellos que nos pueden hacer un favor, y que de alguna forma podemos sacar alguna utilidad de ellos, mientras que evitamos asociarnos con aquellos que sólo necesitan de nuestra ayuda y no nos pueden dar nada a cambio. Desgraciadamente, los seres humanos tenemos esta tendencia. Pero Jesús nos enseña a buscar, no a los que nos pueden hacer favores, sino a aquellos a quienes nosotros se los podemos hacer. Preferiblemente a aquellos que no nos van poder devolver lo que hagamos por ellos. Aunque cuando sembramos la semilla en buena tierra, no por avaricia, sino de corazón, un día recogeremos buenos frutos que, no necesariamente serán materiales.

"Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos." (Lucas 14:12-14).

Ahora bien, recibir a un niño en el nombre de Cristo, nos debe hacer pensar no solo en niños de corta edad, sino también en cualquier hermano(a), por muy sencillo y torpe que sea.

"Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis." (Mateo 25:31-46)

Cuando mas adelante los Apóstoles fueran enviados al mundo a predicar, deberían preocuparse por todos aquellos que a los ojos del mundo tal vez eran insignificantes. De esa forma, lo que hicieran por ellos, se lo estarían haciendo a Cristo mismo y al Padre que lo envió. Lo importante, por lo tanto, no eran ellos mismos como Apóstoles, sino que su preocupación debería ser el honor y la gloria de Cristo. Y la forma de preocuparse por ello, sería sirviendo a aquellas personas sencillas que poco o nada les podrían devolver.

La lección estaba clara(al menos claramente se los enseño el Señor): Lo importante no era el niño, ni tampoco los Apóstoles, sino Cristo mismo, a quienes de alguna manera estos representaban en ambos casos.

Lamentablemente ellos no aprendieron la lección, y volveremos a verlos discutiendo sobre lo mismo más adelante(Marcos 10:35-45). Y nosotros....¿Hemos aprendido la lección?

Referencias: Biblia - Escuelabiblica.com



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