2017/09/25

¡Si No Cambias, No Habrá Cambios!


Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.(Marcos 2:14) 

Saludos. Leví es el nombre que Mateo, el autor del primer Evangelio, usaba entre los judíos. Era un publicano(cobrador de impuestos para Roma) que tenía su puesto de tributos públicos junto al mar de Galilea. Desde allí, en muchas ocasiones observo a Jesús mientras predicaba o sanaba enfermos, a los que concedía alivio inmediato, pleno, generoso, y gratuito. Así que, cuando Jesús le llamó a seguirle, respondió inmediatamente.

A pesar de todo el dinero que hubiera podido ganar, seguía habiendo un gran vació en su corazón que necesitaba llenar. Y con total seguridad la persona de Jesús no dejaba de cautivarle. El no era como los grandes rabinos, no se sentía rechazado por El, de hecho sus Palabras penetraban en su corazón y estimulaban su conciencia. Ademas se mostraba compasivo, incluso amigo de los pecadores. Seguir al Señor fue un gran milagro de liberación, necesitaba un cambio. "La gracia de Dios transforma al pecador". Lo mismo sucedió con Zaqueo, otro publicano que, tan pronto Jesús entro en su casa, el dejo inmediatamente las malas practicas y anuncio un programa magnifico de filantropía, no con la idea de persuadir a Cristo a aceptarle, sino porque Cristo ya le había aceptado(Lucas 19:2-10).

"Si no cambias, no habrá cambios", todo empieza con cambios, y los cambios son desde adentro, no pretendas que tus cambios estén sujetos al cambio de los demás, cambia tu desde adentro, y cuando los demás vean tus cambios, por reflejo veras cambios en ellos hacia ti.

"Cuenta la historia, que hacia el año 50 a.C., una mañana de otoño, mientras en los patios exteriores la hojas caían de los altos arboles como danzando al viento frio proveniente del norte, y que parecía más bien venir de todas partes; en los aposentos privados del triunviro y gobernador de las Galias, a los 43 años, Cayo Julio Cesar se miró al espejo.

Su mirada fría, tan fría como aquel viento del norte, se posó fija en su reflejo. Un descubrimiento lo helo y lo dejo estupefacto. El reflejo de su figura en el espejo y el espejo mismo, se habían transformado en una indescifrable máquina del tiempo.

Una máquina que lo transporto en cuestión de segundos por la historia de las glorias de sus antepasados, que a su edad, ya se habían convertido en leyendas dignas de grabarse en la memoria colectiva de Roma. Sin embargo, a los 43 años, el hombrecillo pálido y calvo que miraba en el espejo distaba mucho de las glorias de la aristocracia romana y de su familia patricia. En ese momento, sin duda, supo que aquel reflejo no era él, o al menos, no era el que sus sueños hubiesen querido que fuera. Esa mañana gris, en el espejo, Cayo Julio Cesar no vio reflejado al hombre de sus sueños.

Ese descubrimiento cambio su vida para siempre y forjo el destino de un imperio: en ese instante congelado en el tiempo, mientras la caravana de hojas secas formaban una alfombra variopinta usada por la naturaleza para enseñarnos la fragilidad de la vida misma, Cayo Julio Cesar decidió tomar el control de su vida y tomo la determinación de entregar hasta el último aliento por hacer sus sueños realidad.

¿Te ha ocurrido alguna vez que parado frente al espejo ves tu reflejo pero no a la persona en que has querido convertirte?

¿Te ha ocurrido que en lugar de ver una persona de éxito, de sueños cumplidos ves una persona esclava de los horarios de trabajo, sin tiempo, ni dinero, ni energía, para hacer o ser lo que realmente quieres?

¿Te ha ocurrido que en el fondo de tu corazón te decepciona la imagen del espejo?

A mí sí.

El otoño del 50 a.C. fue frio como pocos, pero Cayo Julio Cesar tenía prisa. Esa misma tarde, luego de su experiencia con el espacio-tiempo y tras su firme determinación de lograr la realización de todos sus sueños o morir en el intento, convoco a todos los jefes de las legiones a su cargo; su equipo de confianza con el que había logrado sonadas victorias militares para Roma. Les hablo con la pasión de quien tiene un propósito, un porque; les transfirió su visión, los convenció de su empresa y comenzaron entonces a planear como apoderarse del imperio, ¡De todo el imperio! Ese era el sueño de Julio Cesar: gobernar el imperio y que su nombre fuera recordado por mil años, ya van ¡2.067!"
(Introducción de la obra "El Efecto Julio Cesar" del autor Moisés David Hernandez)

Querido hermano, hoy, mírate al espejo y dime si ves la persona que siempre has querido ser, si no lo eres, toma una decisión, entra en acción y determinate a cumplirla. Lo que decidamos hoy no solo impactara nuestro futuro, sino también el de nuestras familias y entorno. Llego la hora de "hacer cambios" (Nehemias 2:18).

El descubrimiento de Julio Cesar que, a sus 43 años no había logrado sus sueños, lo motivo a hacer cambios en su vida, y consiguió motivar a otros. Como resultado, logro la conquista de sus sueños y del Imperio Romano. 

Mateo, como consecuencia del rechazo del que eran objeto los publicanos y sus familias, tanto en la vida pública como religiosa, se sentía vació, su corazón no lo llenaba el dinero o las posesiones que tenia, ¡necesitaba un cambio!, y este sentimiento muy seguramente carcomía su mente mucho antes de conocer a quien mas tarde sería su Señor. Escuchar y ver actuar desde su puesto de trabajo, a ese personaje que no rechazaba a nadie y a todos trataba con un inmenso amor, con misericordia y gratuidad, potencio ese deseo de cambio en su vida que tanto necesitaba. "Y levantándose le siguió", fue el mejor cambio que pudo haber hecho en su vida, y como resultado, fue perdonado y liberado con esa libertad que solo da Cristo Jesús:

"Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres." (Juan 8:36) 

"Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte." (Romanos 8:2)

¿Con lo que has estado haciendo hasta ahora y como lo has estado haciendo, se acerca un poco a tus sueños, a lo que quieres ser y hacer? Si no es así, necesitas cambios en tu vida, y solo hay una cosa en este mundo, aparte de Jesucristo, que tiene la habilidad de cambiar nuestra vida en un instante, ¿Sabes lo que es? Es Acción. El primer paso, tienes que tomar una decisión. ¡Si No Cambias, No Habrá Cambios!

Referencias: Biblia - Escuelabiblica

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